"...ay señor contador, cuente mis bananas
el día asoma y a casa yo voy."
Nuestro pueblo es un pueblo bananero. Con un problema: a nadie en
él le gusta nuestras bananas. No sé cuál es el problema con nuestras bananas,
yo las como y las disfruto, pero los demás las comen con asco. Me dicen que es
porque nunca probé las bananas de afuera, las verdaderas bananas. Pasa que una
de esas cuesta como cien de las nuestras o más, y yo no llego a conseguir esa
cantidad ni cosechando una temporada entera. Toro Acomodado, hijo de Toro
Recostado, nieto de Toro Sentado, traía bananas verdaderas de afuera y con eso
se daba la gran vida.
Toro Acomodado es dueño de la mayor parte de tierra de
nuestro pueblo. Pero no la trabaja, no. Nosotros lo hacemos por él a cambio de
una pequeña parte de las bananas que recolectamos. Muchos las cambian por las
bananas de afuera que consigue Toro Acomodado. Yo no puedo, tengo que alimentar
a mis padres, mi mujer, los padres de mi mujer y mis catorce hijos. Después hay
que aportar de nuestras bananas al Gran Jefe para que mantenga nuestra tribu a
salvo. Hielo de Piedra es bueno en eso, según dicen todos.
Cierta vez, Toro Acomodado ya no pudo traer más bananas de
afuera y la desesperación se apoderó de nuestro pueblo. De un día para el otro
conseguir esas bananas parecía lo único importante. Incluso yo mismo deseé de
pronto comer una de aquellas bananas. Estábamos perdidos. Así no podíamos
seguir.
Recurrimos a los viejos sabios, lo escuchamos atentamente y reflexionamos
acerca de sus consejos. Pero no les hicimos ningún caso. Nosotros queríamos
comer bananas verdaderas.
Entonces, Hielo de Piedra, como Gran Jefe de la tribu que era,
firmó un tratado con los otros pueblos y consiguió un préstamo de bananas verdaderas.
Llovieron las bananas de afuera. Toro Acomodado se asoció con Hielo de Piedra
en la justa distribución de las mismas. Por nuestra parte redoblaríamos el
aporte de nuestras bananas al Jefe de la tribu para afrontar los gastos del
acuerdo. Valía la pena. Si nos esforzábamos lo suficiente podríamos comer de
una vez por todas de las bananas verdaderas. Era una felicidad enorme que
coincidía justo con el nacimiento de mi decimoquinto hijo.
Al cabo de cuatro temporadas a doble jornada de recolección, y
haciendo unas economías extraordinarias en el seno de nuestra familia (que
incluyó comer en días salteados o hasta algunas veces por sorteo) pude
conseguir las bananas necesarias para obtener nuestra primer banana verdadera. Fui
en busca del almacén general donde día tras día había visto largas filas para
conseguir una. Esta vez no había nadie. Sólo una leyenda en la tierra húmeda que
anunciaba “no hay más bananas”. Me quedé pasmado y dejé caer del hombro mi enorme
bolsa con las mil doscientas cincuenta bananas, que era cuanto costaba una de
las verdaderas. Volví a la choza derrotado, arrastrando vencido la bolsa sin
saber qué decirle a mi familia, pensando que nunca había estado tan cerca de
conseguir una banana verdadera y no entendiendo cómo había dejado escapar la
oportunidad.
Al parecer, mi caso no era el único. Casi nadie había conseguido
una banana verdadera. Ahora teníamos que pagar por bananas que no habíamos
podido probar. Pero era lo justo. Habíamos firmado un acuerdo. En realidad
nuestro Gran Jefe, pero era lo mismo. Hielo de Piedra tuvo que fugarse a otro
pueblo para salvar su pellejo. Toro Acomodado, junto con una comitiva de
notables, consiguieron posponer el plazo de devolución de bananas verdaderas.
Toro Acomodado indicó que la heroica intervención de Águila Impiadosa fue
fundamental en tal propósito. Águila Impiadosa es ahora nuestro Gran Jefe.
Como que se me hizo un tanto muy mucho real eh.....quiero mi cochina banana!!!
ResponderEliminarPues trabaje usted duro durante treinta años y la obtendrá.
EliminarGracias por comentar,
Saludos!
Estimado usted, tome ejemplo de la clase media sureuropea y cambie su sistema comercial. Venda las bananas locales debidamente manufacturadas como potenciador sexual o superconceptivo. El número de ascendientes y descencientes de su familia avalan debidamente la fórmula.
ResponderEliminarPruebe. Y ya me dirá.
Es una buena idea, pero para eso acá ya tenemos el vino y la desesperanza de mejoras económicas.
EliminarIgual, lo voy a pensar.
Gracias!
Saludos
Es una pena que no se disfrute de las bananas locales. La gente "evolucionada" habla maravillas de las Bananas Verdaderas, y poco importa, para ellos, que los containers de Bananas Verdaderas hagan mierda las ilusiones de una generación tras otra. Águila Impiadosa se tomará su tiempo...
ResponderEliminarPor ahora hay que darle tiempo al Gran Jefe, dicen. Por el asunto de la "pesada herencia" y todo eso.
EliminarSaludos!