PARTE II
Los feriados accidentados siguen así. Todos al Sanatorio de La Virgen. No importa que sea temprano y que el único que en verdad se ha golpeado sea Pérez, que haya sufrido solo un corte que ya no sangra. No importa que sea feriado. No importa nada. Nina ordena todos al sanatorio y hay que obedecer. Todos. Me da bronca porque no es un feriado más. Siempre trabajo en estos días. No existen los feriados para mí, jornadas no laborables las pelotas. En la redacción se enquilomban enseguida si no voy aunque sea para el cierre. Conseguir este día libre fue un parto. Decímelo a mí que parí a estos dos indios, suspira Nina mientras relojea para todos lados buscando un taxi. Tal vez estoy pensando en voz alta. Tal vez siga dormido. Lo cierto es que discutir con Nina cuando se le encajeta algo es al pedo. Perdón que me exprese así, pero a esta hora ya me puse de mal humor. No era tan loca mi propuesta: yo lo llevaba a Pérez y ella se quedaba con González, o ella lo llevaba a Pérez y yo me quedaba con González (mejor, así yo podía seguir durmiendo un poco más). Pero Nina dice que la única manera de que aprendan algo estas bestias es viendo el daño que se hacen entre ellos y que no sé qué zaraza, y que pese a todo somos una familia y mete temas de la educación que le dieron sus padres y que a mí no sé qué. No es que Nina sea una experta de la retórica o algo así. No es que me gane discutiendo. Al contrario, empieza bastante bien, pero después desbarranca, se ve acorralada dialécticamente y se encula mal por varios días durante los cuales me castiga negándose a tener relaciones carnales conmigo. Voy mejorando. Podría haber dicho que se niega a coger conmigo. Pero elegí relaciones carnales, que es mejor que decir tener sexo, claramente mucho más elegante que decir coger. Coger, repite Pérez, soltando una carcajada. Definitivamente estoy pensando en voz alta. ¿O sólo pronuncié fuerte la última palabra? Nina me estampa una mirada asesina, pero tal vez sólo se esté preguntando si yo soy pelotudo o me hago. Si después de todo este esfuerzo igual voy a discutir con Nina es que realmente soy muy pelotudo. Una vez me mantuvo a distancia casi tres semanas y media, durante las cuales rechazó estoicamente todos mis intentos de una manera admirable. Ni una monja se mantiene más pura que Nina cuando ella no quiere practicar el acto sexual. De todos modos, los chicos cada vez están más grandes (hoy estoy realmente lúcido!)y se nos complica bastante hacerlo en casa. A Nina siempre le parece que están despiertos y escuchando. A la noche, en la siesta, a la hora que sea. Le parece que están escuchando inclusive cuando no están porque se han ido de campamento. Nina no está bien tampoco. Lo peor fue la tarde del hotel en Almagro. Yo había perdido la cuenta de los días que hacía que no pasaba nada en la cama o donde fuera. Ya ni me acordaba por qué era que habíamos peleado, y si es que habíamos peleado. Se me ocurrió entonces una idea brillante. La cité en el albergue donde lo habíamos hecho por primera vez. Un hotel medio pelo en la calle Salguero, esquina Bartolomé Mitre. No le veías la cara al recepcionista, pero en el pasillo te podías cruzar tranquilamente al personal de limpieza. Un lugar cualquiera, pero que para nosotros era especial justamente porque había sido allí donde al fin luego de tanto franeleo y de salidas acá y allá con los cupones de descuento que Nina siempre tenía para esto y para aquello y que no sé de dónde los conseguía y que hoy tengo para la bienal joven y después el cine a mitad de precio o la merienda gratis en el Jardín Japonés y la muestra de fotos en el Palais de Glace y fijáte ya que estás si no tenés descuentos en algún telo, le dije de una. Sí, cuarenta por ciento días de semana en El Molino Azul. Así que allí estábamos nuevamente dispuestos a rememorar bellas épocas. Mi propuesta era más bien una extorsión, pero el plan era infalible. Los chicos a esa hora estaban en el colegio. Nina se iba a presentar, estaba seguro. Iba a levantar el bloqueo. Claro que yo no podía imaginar que ella se iba a vestir así, igual que la primera vez, con la misma falda de jean y la musculosa negra. Era increíble que todavía conservara esa ropa y más aún que le quedara tan bien. Bueno, de la falda no estoy seguro que fuera la misma, pero sí de la musculosa negra con brillitos y el cierre delantero justo en el medio, ese cierre que al bajarse lentamente liberaba toda la fiesta de sus tetas maravillosas. Yo no podía más. Pagamos y derecho a la habitación. En el pasillo no nos cruzamos con nadie, casualidad o algo se había perdido, no importaba. Ni siquiera me costó abrir la puerta (siempre tuve problemas con las llaves). Nina estaba realmente estupenda. Yo era un genio. Apagá el celular, me susurró ella mordiéndome suavemente la oreja izquierda. Entonces vi que tenía cinco llamadas perdidas, todas del mismo lugar. El colegio de los chicos. Luego la música en el teléfono de Nina y la puta que los pario a estos animales. Si no es uno es el otro, gritaba Nina. Vamos, me ordenó. Tenemos que irnos ya, es grave, muy grave. Y yo sólo repetía qué pasó qué pasó, no entendía qué pasaba porque ella no daba más detalles y lo que pasaba en realidad era que Pérez había puesto más de diez caracoles vivos en los brazos de una compañera durante la clase de ciencias naturales y a la piba resulta que le dio un ataque nervioso o algo así, se le paralizaron primero los brazos y después todo el cuerpo y hubo que llamar a urgencias porque le empezaba a salir espuma por la boca y que sé yo y Nina llorando en el taxi rumbo al colegio con la falda y la musculosa del cierre y lo más divertido después de todo fue la cara de la señora directora cuando la vio entrar a Nina a la Secretaría.
Dale, hacé el favor de subir, querés? me reclama Nina desde el taxi. Con el permiso del chofer me subo adelante. Mientras arranca pienso que después de todo no es tan grave ir al sanatorio por esta pavada. Peor está ese pobre tipo ahí durmiendo entre los cartones.
Me duele hasta comentar. Esto es lo mejor que ha escrito usted en meses. Lastima que tengamos que dejar de ser tan buenos «blogamigos». Es en este punto de su carrera literaria donde saco a relucir la envidia y los celos. Recortate, Villa. Desaparecé.
ResponderEliminarBueno, no se si agradecer o alertar los mecanismos de defensa. Qué es eso romper una relación blogamiga de manera unilateral? Usted dice que no publique el final, entonces?
EliminarGracias por comentar (al final elegí agradecer)
Saludos!
Muy bueno! Este se me había pasado por alto, pero ya está, me puse al día.
ResponderEliminarNo haga caso a Azkona, es un resentido del orto. Todo porque no sabe hablar en argentino.
Abrazo!
A mí todo se me pasa todo por petiso, usted ya sabe.
EliminarGracias por comentar y por los consejos.
Saludos!
Muy buena. Me gustó. Nina, digo.
ResponderEliminarAlgo podremos hacer al respecto.
EliminarGracias por comentar.
Saludos!
Disculpe usted, Villa, mis bromas. A final, todas podrían resumirse en una frase muy simple: qué cabrón, cómo escribe.
ResponderEliminarLe lanzó también mi respeto y admiración, estese atento.
(Muchas gracias también a Talita por su comprensión.)
A partir ahora, prometo comentar siempre muy serio.
Un abrazo, amigos.