PARTE I
Los feriados acá siempre empiezan así. Las voces de Pérez y
González llegan desde su habitación irremediablemente,
primero como un murmullo, luego ya un poco más fuerte, tal vez con alguna
carcajada, uno de los dos pega un grito y empiezan a pelearse como si no fuera
las seis y media de la mañana. Mi mujer les chista desde nuestra cama y hacen
silencio. Tal vez González se excusa acusando a Pérez de haber empezado. El
silencio dura apenas unos segundos y empiezan otra vez con el cuchicheo. Así dos o tres veces más hasta que quien
grita es mi mujer. Será de Dios, maldice y se levanta. Yo me estiro todo lo
posible en diagonal sobre la cama y me vuelvo a dormir en un abrir y cerrar de
ojos, sobre todo en un cerrar.